domingo, 7 de agosto de 2011

la fuerza de las ganas

Cada último martes del mes, en la reunión de pénfigo del hospital, se evidencia empíricamente la fuerza de las ganas.
Es increíble como un grupo de gente sentada en círculo, puede movilizar tanto. Cada historia, cada experiencia, cada manera de contar las cosas, cada suceso compartido hace que a todos se nos remueva por dentro y por fuera el espíritu.
Se nos caen las lágrimas, aparece un nudo en la garganta, nos emocionamos, nos entristecemos, nos impresionamos, todo eso junto… la historia del otro descubre nuestra historia y nos la pone a flor de piel. Nada nos es ajeno.
A veces duele, a veces es alivio…. Pero que fuerte se siente!
Y repasamos nuestra enfermedad, la vamos conociendo mas, queda nuevamente latente.
Le vamos perdiendo miedo, y ganando respeto.
Esta es la idea!
Basta de darle un lugar relevante en la vida! No, que se ubique donde no moleste! Que se corra del protagonismo, que se quede ahí, donde no la veamos!
Existe, ya lo sabemos. Tiene nombre, tiene historia, hizo estragos, esta latente.
Pero no necesariamente hay que vivir con eso.
La decisión es nuestra. El lugar que le demos depende de nosotros.
Saquémosla del primer plano. Olvidémosla.
Creo que ese el paso principal para poder vivir con pénfigo.